Era una tarde común y corriente para aquel hombre más común y corriente todavía. Misma rutina, mismo aire enrarecido de mentiras, misma gente comprando su hipocresía. Sin embargo, algo estaba por suceder.
Suena el teléfono, nadie contesta. El se queda pensando en quien podía ser, no reconocía el numero. El teléfono vuelve a sonar una y otra vez sin respuesta…luego silencio total.
¿Quién llamaría? Ya no importaba que no volviera a sonar, por su cabeza pasaban sin cesar rostros posibles de contactos conocidos, pero ¿el numero? Definitivamente no tenía idea de quien podría ser. Se le escapó pensar en el imposible.
La noche cae sobre la ciudad, tiempo de ir a casa y reencontrarse con la mujer amada. ¿Amada? Bueno, digamos que tiempo de volver a su hogar nada más.
Hay alguien en el camino que le sonríe y lo saluda. Una mujer de mirada profunda, capaz de perforar su alma con tanta intensidad.
Siente temor al verla, no la reconoce pero siente un inmenso temor. El intenta alejarse, pero sabe que no puede…. ella tiene el poder de hacer que él se quede inmóvil, es inútil querer escapar como una vez supo hacerlo. Esta vez estaba atrapado.
La mujer se acerca lo suficiente para que el pueda ver bien su rostro.
- ¿Quién eres? Pregunta él asustado.
- ¿Quién eres tu? Responde ella sonriendo.
El no sabe que contestar. Luego de unos segundos pregunta:
- ¿Te conozco?
- Soy quien te estuvo llamando. Debía corroborar que estuvieras, a veces inventas cosas para no atender las llamadas. Por cierto, sí me conoces, me conoces muy bien. Soy yo quien no se quien eres y vengo a descubrirlo.
- Debo irme, me espera mi familia, disculpa, debo volver con mi mujer.
- ¿Podrás?
- Tengo que intentarlo, es tarde para mí. Si no vas a decirme quien eres, no tiene caso hablar. No te reconozco.
- Tú sabes quien soy, y sabes que vendría por ti tarde o temprano. No podrás escapar de mí.
- ¿Qué debo hacer para que me dejes ir? Dímelo
- Tranquilo, no voy a hacerte daño. Yo no soy así, ¿tu si? Seguramente si lo temes es por lo que debes. Esta bien, te diré que debes hacer, me estoy cansando de ti ahora. Escucha con atención pues no lo voy a repetir. Debes decir las palabras mágicas y podrás irte con los tuyos.
- ¿Palabras? ¿Qué palabras son esas?
- Busca dentro de ti y las sabrás, pero cuidado! No te equivoques porque no te tendré piedad. Solo tienes una oportunidad.
Aquel hombre temblaba, no sabía porque…. O si lo sabía….Sentía que su pasado se le abalanzaba cual avalancha implacable. Pasaron los minutos y se sintieron como horas. Ella seguía clavando su mirada punzante en él, y él no se atrevía a levantar la cabeza. Luego de pensarlo se decidió a intentarlo.
- Creo que se las palabras, dijo el gran hombre reducido a escombros.
- ¿Las sabes verdad? Siempre las supiste, solo que nunca te miraste en el espejo. Vamos, dilas ya, no tengo más tiempo que perder.
- SOY UN MENTIROSO E INSENSIBLE CABRON.
- Mmmm, has fallado. No pedí que describieras como te veo yo, sino lo que en verdad eres. Eres simplemente un pobre tipo. Mala suerte.
Te dejaré ir de todas maneras, hoy estoy de buenas. Eso si, no voltees porque allí estará mis sombra para atormentarte. Te seguirá de cerca hasta que ya no puedas más. No mires hacia atrás jamás, puedo y seré implacable en mi venganza. Adiós, sal de mi vista. No mereces mirarme a los ojos, vete ya.
El hombre corrió despavorido cual si hubiese visto un fantasma....ella se esfumó en el aire con una sonrisa y ya nunca regresó.
lunes, 7 de septiembre de 2009
El fantasma de la muerta (Cuento)
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2 comentarios:
Lei tu cuento anterior y este del fantasma. Prefiero esa venganza eminente que el triste sentimiento de dolor que reflejas. No sufras, no llores, no te escondas porque la vida y tu vales mas que esto.
Gracias I wish
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